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Tras el Onze de Setembre, llevo unas semanas escuchando a políticos españoles explicar el fenómeno independentista catalán, basando su origen en dos causas: Adoctrinamiento y subvención.
Es más, parece que cualquiera que crea que Cataluña debe ir a un referéndum para decidir su futuro, según esta línea de pensamiento, tiene uno, o todos, de estos tres males: 1) está adoctrinado. 2) está subvencionado, o 3) es un sedicioso compulsivo enemigo de España.
Ante esto, voy a ver que soy…
Nací en 1974, por lo que debí empezar la EGB hacia 1981, dos años antes que se iniciara la inmersión lingüística en catalán, fruto de las transferencias competenciales a la Comunidades Autónomas. Además, me eduqué en una escuela extranjera, la Escuela Suiza de Barcelona, en que cohabitaban el alemán, el castellano y el francés, por lo que el catalán estaba presente solamente en la asignatura de catalán. Quizá sí que recuerdo que la profesora de catalán nos daba también historia, por lo que es posible que nos hablara en catalán, aunque con 9 años no reparas en la lengua en que te hablan, mientras la entiendas. La Sra. Realp, así se llamaba, nos enseñó historia de Cataluña, España y Suiza. Para la historia de Cataluña, utilizó el famoso libro de Ferran Soldevila, “Història il·lustrada de Catalunya”, ilustrada por Josep Granyer, padre de nuestro apreciado, y nunca suficientemente valorado profesor de plástica, Francesc Granyer al que se le conocía como «el Grano». Josep Granyer es famoso en Barcelona por ser el creador de las dos estatuas del principio y el final de la Rambla de Catalunya. En el libro de historia de Soldevila, aparece un gravado del conde Guifré “el Pelós”,
herido en batalla, siéndole concedido un estandarte en forma de cuatro palos grabados de su sangre en su escudo dorado. Mi impresión, pasados los años, es que salí de mi escuela pensando que lo de las cuatro barras era realmente verdad. Años después supe que no era cierto, y que el conde Guifré, pese haber sido el fundador de la Casa de Barcelona e iniciador de la consolidación territorial de los condados catalanes, nunca recibió el estandarte real de Luis el Piadoso, ya que de hecho, nunca lo conoció. El estandarte real tuvo que esperar hasta Ramón Berenguer III “el Grande”, es decir, 200 años.
No me siento un niño adoctrinado por haber recibido una información sobre la historia de Cataluña en forma de leyenda, aunque estoy dispuesto a escuchar opiniones en contra. La Suiza que me explicaron también contiene su leyenda en forma del “Juramento de Rütli” (Rütlischwur), de la leyenda de Guillermo Tell. Se narra que tres representantes de Uri, Schwyz y Unterwalden, juran y fundan la Confederación Helvetica en las praderas de Rütli, cerca de Altdorf. Años más tarde, el General Henri Guisan hizo su famoso discurso a las tropas en las praderas de Rütli, para defender Suiza de la invasión de la Alemania Nazi (operación Tannenbaum). De la leyenda, Guisan hizo virtud nacional en un momento complicado para la Confederación.
También me contaron que Rodrigo Díaz de Vivar – El Cid, cabalgó muerto a lomos de su caballo Babieca para arengar a sus tropas y ganar una batalla. También se me contó que su espada era la Tizona (o Tisó), que luego apareció en manos del Rey Jaume I, siendo la espada del Conde de Barcelona desde Ramón Bereguer I. Así pues, la leyenda de la Tizona parece tener diferentes fuentes. Leyendas todas ellas preciosas, que deben formar parte de la educación de los niños, como mínimo, para que tomen interés por la historia a través de dichas leyendas. Otros opinarán que no, que hay que enseñar solo los hechos, y que la historia debe contarse tras un minucioso examen científico de los mismos. No hace falta decir que esto sería un problema para la asignatura de religión, ya que el libro de texto que se utiliza, La Biblia, es una recolección de leyendas de la historia del Pueblo de Israel y de Jesús “el nazareno”, hijo de José de la Casa de David.
Alguien también podría decirme que lo que me enseñaron sobre la Guerra de Sucesión a la Corona de España a principios del Siglo XVIII, fue una guerra de independencia. Pues NO!! Me quedó claro que era una guerra de dos familias que querían una Corona para uno de los suyos. Pasados los años, recuerdo que se me enseñó que tras 1714, se abolieron las instituciones catalanas, pero no recuerdo los motivos. En ningún momento se habló de independencia, ni de separar nada. Años después eso se corroboró con la idea que lo que estaba en juego era un modelo de España. Las consecuencias de los Decretos de Nueva Planta, hoy no caben en este post.
Tras la EGB y el BUP en la Escuela Suiza, y con mi alemán bajo el brazo, aterricé a hacer COU en uno de los tres centros que daban alemán en Barcelona: El FERT (me quedaba cerca de casa). Allí tuve una profesora de la asignatura de catalán (lo demás era en castellano), que sentía Cataluña muy en su corazón. Cuando hablaba de su país, se le humedecían los ojos, y recuerdo que recitando “Lo gaiter del Llobregat” de Rubió i Ors, la emoción no le dejó acabar la frase “Pus parlo en catalá, Deu lin don Gloria”. Con 18 años nos hico bastante gracia la situación, pero la Sra. Mariona Mas me enseñó que tras la lengua en que me hablaba mi abuela había habido mucho sufrimiento, a la vez que residía mucha ilusión. Lo que nunca nos dijo la Sra. Mas, es que Cataluña debiera ser independiente, ni nada que se le parezca.
Así pues, mi “adoctrinamiento” catalanista se ha basado en un gravado del padre de mi profe de plástica. Se consolidó con una profesora de historia que me dijo que se perdieron las instituciones catalanas en 1714, y que por desgracia enviudó una tarde de junio de 1987 en el atentado de Hipercor. Y finalmente se remató con una emocionada profesora, enamorada de la lengua catalana, en un centro de educación de la Obra del Opus Dei. Yo creo que si alguien le dice a uno de estos opinadores castellanos que a un suizo lo han adoctrinado en su catalanismo en un colegio extranjero, en una academia del Opus Dei, y con una víctima del terrorismo de ETA involucrada, le toma por desequilibrado mental.
Y la realidad es la que es. La radiografía social del soberanismo catalán es tan transversal que cualquier intento de clusterizarla, suena a chiste. Mi caso, por ejemplo: Hablo y pienso en castellano. Me gustan los toros y aunque acepto el debate animalista y estaría dispuesto a aceptar la prohibición, me fastidia no poder ir a ver a Finito de Córdoba a la Monumental, solamente porqué los toros suenen a español. He defendido la camiseta de España en 81 ocasiones. Voy bastante con La Roja en mundiales y europeos. Soy de Nadal y de Alonso, y fui mucho de Perico Delgado. Y finalmente ninguno de los negocios que son fuente de mis rentas, se beneficia de ningún presupuesto municipal o autonómico, ni en forma de gasto, ni en forma de subvención.
Así que, por no haber ido a la Via Catalana, ruego no se me ponga en esa “mayoría silenciosa” que no quiere la Consulta. Y si se me tacha de “indepe”, que al menos no se culpe a mi educación, que como he explicado, no tiene nada que ver. Y finalmente, si alguien cree que cuatro “catalufos” me están subvencionando, por favor me diga dónde está el dinero, que tengo proyectos en mente y necesitan financiación!!