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15M, 2015, ada colau, barcelona ajuntament, desigualdad, eleccions, guanyem, renta básica
Hace algunos días me estaba entreteniendo con el mando de la TV, cuando tropecé con una entrevista que Josep Cuní le hacía a la candidata de Guanyem Barcelona, Ada Colau. He de reconocer que el personaje me genera opiniones y sentimientos encontrados. Por una parte admiro la determinación en aglutinar voluntades para cambiar injusticias congénitas de, por ejemplo, las anacrónicas leyes hipotecarias del Reino de España. También me parece justo atribuirle una parte importante del éxito en la canalización político-mediática y racionalización del malestar que supuró en el magma de propuestas, mitad irrealizables, mitad desordenadas, del movimiento 15-M. Sin embargo, no me
seduce nada su discurso basado en injusticias reales, pero puntuales, que pretenden dar un giro al orden social existente. Por mucho que estire el argumento de los dramas de los desahucios, y por mucho que fabule con una reversión a la media del poder adquisitivo entre los barrios de Barcelona, su propuesta de “Cambio de Modelo Social” (lo llamaremos CMS) me parece complicada de asumir.
La verdad es que no entiendo muy bien a qué se refiere con lo de “cambiar el modelo social”. No sé si quiere modificar la escala de valores de los barceloneses. No sé si quiere cambiar la priorización de las necesidades. No me queda claro si quiere legislar sobre las rentas de los habitantes de la ciudad. Y lo que más me preocupa es que esté confundiendo un problema de acceso a rentas que permitan a la base de la pirámide de rentas tener una vida digna, con un intento de mover las placas tectónicas del sistema de valores occidentales que nos rigen.
¿Y qué, si quiere cambiar todo esto?
Bien, cada uno es libre de pretender lo que quiera, pero vamos a sacar punta a algunas de las dudas que me genera….
¿Y si quiere modificar la escala de valores de los barceloneses?
Para esto, entiendo que hay que hacer un plan educativo a largo plazo, porqué entiendo que la mayoría de los ciudadanos tienen los valores que rigen sus vidas suficientemente sólidos como para que se los modifiquen de sopetón. Al que le gusta ahorrar, seguirá ahorrando. Al que no le dura el dinero ni 3 días, seguirá siendo una “gastón”. Creo que llegar al CMS por esta vía, va a ser largo y no sé si la gente está muy dispuesta a cambiar. En el pico de la crisis había en BCN unos 106.000 parados, que lo qué entiendo que querían era volver a tener un empleo, que les permitiera volver a los patrones de consumo y ahorro que les proporcionara seguridad y placer, según el gusto de cada persona. No me da la sensación de que la mayoría de los que lo han pasado mal, no estén esperando a obtener rentas que les permitan volver a la “casilla 1”, en vez de cambiar de tablero de juego. Pero esto es opinable…
¿Pues mira qué no sea que quieren cambiar la priorización de necesidades?
Bueno, aquí sí que me parece que las necesidades de cada uno son razonablemente personales. Digo yo que si a alguien le gusta comprarse zapatos de tacón caros, y cree que los necesita, si tiene la renta disponible para ello, no lo acabe haciendo. O si otra persona, su necesidad vital es ir al bar a jugar al dominó, tomarse una carajillo y fumarse un caliqueño con los amigos, lo deje de hacer porqué a alguien se le ha iluminado la cabeza en el Ajuntament. Es más, si hubiera alguien con la necesidad imperiosa de tener una casa en propiedad, sin ahorros para ello, pero con una renta para poder hipotecarse, quién es nadie para decirle a esta persona que su necesidad es mejor o peor que la del vecino. Esto es opinable, pero menos, ya que la libertad individual de elegir las necesidades propias cae en lo que yo llamo “mis derechos inalienables que no estoy dispuesto a ceder”.
¿Y lo de hacer una reversión a la media en las rentas de cada barrio de Barcelona?
Bueno, aquí la cosa ya se pone científica. Vamos a poner un ejemplo con los dos extremos, tomando datos estadísticos del Ajuntament de Barcelona de 2013. Si la media de la ciudad fuera 100, la renta de Trinitat Nova sería de 38,5, mientras que la del barrio de Pedralbes 243,9. No os voy a aburrir con ratios y comparaciones, pero por ejemplo, en New York City un informe de la NYC Comptroller Office apuntaba a ratios similares de desigualdad. También sucede lo mismo en la ciudad de Londres, según su ayuntamiento, o en Madrid. Visto que la desigualdad, por muy indeseable que sea, forma parte inherente de una sociedad formada por personas con diferente educación, diferentes empleos, o diferentes productividades, es razonable que existan diferencias en las rentas percibidas. Habrá gente que gane más, frente a otra que gane menos, y siempre existirá una media para calcular estadísticos de dispersión. Pero lo que me hace dudar de un político, es que diga que va a cambiar este orden, o al menos su magnitud, generando políticas que fuercen una reversión a la media.
No entiendo cómo se puede igualar la renta entre barrios. Se me ocurren tres ESTUPIDECES, que espero que Ada Colau no las lea, no vaya a ser que las quiera adoptar:
Mezclar a la población para que todos los barrios pese a tener desequilibrios intra-barrio, la media salga uniforme en todos los barrios. Aunque espero que nadie piense que forzar migraciones intramuros sea una idea a tener en cuenta.
Obligar a un salario mínimo o renta mínima para los habitantes de Barcelona. Dar una renta básica es posible, y su grado de probabilidad dependerá de la fuerza política y de la capacidad de financiarlo. Lo de obligar a para un salario mínimo en la ciudad, me parece una medida medieval, de cuando la ciudad era un quasi-estado en sí misma. Primero que mucha gente no trabaja en empresas radicadas en Barcelona ciudad, y entiendo que eso chocaría con las políticas de salarios mínimos del estado español, o de una eventual república catalana.
Obligar a un salario máximo. Esto ya sería muy difícil, ya que no existe forma de aplicar una locura así a nivel local, y si nos fuéramos a nivel estatal, no creo que a nadie le hiciera gracia que su compensación pudiera estar capada; por mucho que su salario diste del máximo.
No creo que la Barcelona del Siglo XXI esté por experimentos sociales de este tipo, aunque estoy convencido que los titulares de campaña son simplemente eso, titulares. Una cosa es cambiar las prioridades de gasto del ayuntamiento, que es tan respetable y democrático, que uno no puede estar en contra (discrepar sí, eh!) de lo que decida una mayoría representada y constituida en un consistorio, y otra es pretender cambiar el esquema de valores que cada uno individualmente decida para sí mismo.
Si me preguntaran a mí, que no lo suelen hacer y por ello me hice este blog, diría que el cabreo monumental que lleva la gente por haberle visto la cara a la miseria, puede confundir algunas cosas. Puede motivar a cambiar las consecuencias de la crisis (desigualdad), en vez de querer cambiar las causas (educación, modelo de PIB y rentas apalancado, desincentivación del ahorro tradicional). Puede inclinar a hacer aparecer como culpable de un desahucio o de una situación límite social, a un señor que decide invitar a su mujer a un restaurante estrellado y gastarse 400 euros. Puede hacer aparecer como justicia, un sentimiento de venganza.
Honestamente, me parece fantástico que un partido de izquierdas se presente con un programa que quiera reforzar los contrafuertes del estado del bienestar, proponer un reparto de la riqueza vía un impuesto de la renta progresivo, incluso me parece razonable, pese a que lo detesto, que se propongan impuestos sobre patrimonio y sucesiones, pero todo esto se puede hacer sin proponer cosas que, no solamente no se harán (ejemplo, Grecia), sino que de hacerse supondrían una transgresión de algunas libertades individuales y de empresa.
PS: ya que escribo sobre una manifestación del movimiento asambleario del 15-M, tengo la firme convicción que una Asamblea no ofrece las mismas garantías democráticas que un sufragio libre y secreto. En las Asambleas, tu voto te estigmatiza ante tu comunidad, y eso puede no hacerte votar en libertad.