Mark Twain decía que «un clásico» es aquella obra que todo el mundo desearía haber leído, pero que a nadie le ha dado la gana de leer. En economía, también hay clásicos. No me refiero solamente a teorías económicas o a filósofos ingleses de las cosas del dinero. Me refiero a la sabiduría popular. Vale, admito que decir sabiduría popular a la hora de hablar de economía es ser muy valiente, pero seguro que todo el mundo ha oído frases como “no gastes más de lo que tengas”, o más para niños, el cuento de la hormiga y la cigarra.
Pues esa sabiduría popular nos dice que la deuda pública y la privada son independientes, pese a que bajo ciertas condiciones, se afectan mutuamente (percepción del país, prima de riesgo, riesgo país,…).
Me explico…
La deuda privada suele ser motor de la economía. Una empresa a la que le mejoran sus expectativas futuras, pide un préstamo para poner dos líneas más de producción, a la vez que ficha un jefe de ventas para internacional. Esto, de probarse exitoso, es un claro vector de generación de PIB. No sorprenderá que afirme entonces que, la expansión económica que viene de la famosa reunión de los banqueros centrales en el Hotel Plaza de New York City el 22 de septiembre de 1985, está muy relacionada con la decisión que allí se tomó de inyectar dinero en el sistema de manera masiva. Dinero que fue a parar a los bancos, que a su vez lo prestaron a persona, empresas, y sí, a gobiernos también. Existe un problema, y es que inundar el sistema con dinero tiene el riesgo que la gente que lo recibe se lo pueda gastar de manera estúpida.
Alguien dirá, -hombre, pero entre medio ha habido muchas crisis-. Efectivamente. Lo que pasa es que cada vez que ha habido una crisis causada por hacer un “mal” uso del dinero, la política monetaria ha sido el instrumento para paliar cada una de las crisis. ¿Cómo? Inundando el sistema de dinero. Haciendo que los bancos comerciales y de inversión pudieran vender a muy buen precio toda la deuda pública en sus manos, a cambio de dinero acabado de salir de la impresora de billetes. New money!!
Repasemos las crisis:
- Crisis de las Savings & Loans en EEUU 1986 – Rescate sistémico, con dinero fresco
- Crisis Mexico (tequilazo) 1994 – rescate del país entero, con dinero fresco
- Crisis Asiática 1997 – rescate de países por parte del FMI, con dinero fresco
- Crisis punto.com 2000 – inundación del sistema con dinero fresco y por tanto tipos del 6,5% al 1%
La crisis las hemos procesado con dinero fresco, dando al sector privado la capacidad de generar un nivel de crecimiento del PIB suficiente para ser la locomotora del crecimiento económico, y por tanto de la estabilización del sistema.
La deuda pública por su parte, es acomodaticia. La visión clásica dice que en época de expansión económica un gobierno debería generar superávits, dejando para las recesiones la generación de déficits. Esto en lo que se refiere a la deuda que proviene de los déficits ordinarios (recaudación de impuestos – gastos del estado). Adicionalmente hay una serie de deudas en las que se incurre sin tener que generar déficits, típicamente las inversiones a largo plazo en infraestructuras. Pues bien, la deuda pública debería adaptarse al ciclo económico.
En expansión –> superávit corriente e inversión en infraestructuras.
En recesión –> déficit público y, menos inversión o venta de infraestructuras.
Pues bien, no digo que no se haya hecho, y que seguramente todo es cuestión de grados y de magnitudes, pero alguien puede explicarme como es posible que el Sr. Montilla explotara el déficit y la deuda de la Generalitat de 12.000 a 35.000 millones de Euros? ¿Cómo es posible que el Sr. Gallardón, en el ciclo alcista pasara la deuda del Ayuntamiento de Madrid de 1.100 a 7.000 millones de Euros en 6 años? ¿O que el Sr. Rodríguez (Zapatero) decidiera en plena crisis hacer un plan de inversiones en mobiliario municipal u otros activos “ultra productivos”, en vez de ahorrase el dinero para pagar pensiones y subsidios de desempleo?
Resumiendo: que creo que el único clásico que se han leído los gestores de la “res pública” de España y Cataluña en los últimos años ha sido “Alicia en el País de las Maravillas”, solo que no se quedaron con los guiños matemáticos ni filosóficos. Digamos que salieron corriendo detrás del conejo blanco y poco más.
El gran problema de España, y no solamente de España, es que los políticos utilizan la deuda pública como si el estado fuera una empresa que, según sus expectativas, se endeuda o no. El estado debería ser purista con los déficits. Es decir, tener una estructura y un presupuesto equilibrado en la parte media del ciclo, para poder generar déficits en las recesiones (políticas sociales), a cambio de generar superávit en las expansiones (como la hormiga del cuento!). Y finalmente, dejar la parte de la deuda generada por la inversión para que la economía se desarrolle sobre dichas infraestructuras, crezca, y se pueda devolver dicha deuda.
Pero se ve que hacer las cosas al revés, empieza a se «un clásico».